Ayer hablaba con un amigo del sector seguros, de los de toda la vida, y hablábamos sobre el sector, y me recordó a modo de parábola lo que había pasado con los topillos en su pueblo.
Hace 5 años una plaga de topillos infestaba buena parte de Palencia, y cuando empezaba a afectar a los cultivos las autoridades intentaron acabar con ellos. Y por mucho interés que se tomaba en exterminarlos no se veían resultados. Finalmente la consejería de Agricultura y Ganadería reconoció un gasto (inversión decían ellos) de 24 millones de euros.
Los que recuerden el hecho quizá sepan que la solución no vino de la mano del hombre, si no de la propia naturaleza que se autorreguló. Las rapaces, enemigas de los topillos, ese año sacaron adelante en vez de un polluelo dos, o tres. Y los topillos fueron el alimento de las nuevas proles, regulándose hasta cifras normales en poco más de un año. Y parece que los cernícalos y las águilas no molestan tanto...
El sector asegurador se acabará autorregulando, con ayuda del mercado y la siniestralidad, pero ¿a quién le tocará ser cernícalo y a quién topillo?
Comentarios
Publicar un comentario