Os voy a contar un caso real ocurrido hace unas semanas.
Un buen cliente, con un nivel socio-cultural más que aceptable, se presenta en mi despacho con una denuncia por un atraco en la calle. Una cantidad importante, no lo que llevamos normalmente en la cartera. En principio yo, que tengo la creencia que la mitad de los siniestros declarados por atraco en la calle en falsos, le pregunto por como va el negocio, y no por cortesía sino para hacerme una composición de lugar en cuanto a la situación en la que se ha producido el atraco. Pero el cliente tenía la lección bien aprendida y consiguió que me creyera que el atraco se había producido y eso que presumo de un sexto sentido después de más de 15 años escuchando historias...
Por supuesto que mi impresión sobre el siniestro, en principio, es solo para mi, para conocer mejor a mis clientes y saber de que pie cojea cada uno y con cuales de ellos, los que intentan engañarnos, no merece la pena prestarles demasiada atención, aunque la compañía no tiene más remedio que indemnizar.
El siniestro se tramita, en una semana el cliente había cobrado por transferencia parte del siniestro.
Una semana después el cliente vuelve a la oficina en esta ocasión para decir que no quiere recibir ninguna indemnización del seguro y que devolvería inmediatamente lo cobrado.
¿Por qué? Resulta que la Policía Nacional de su ciudad, le había llamado a declarar sobre el incidente, la meten en una sala dos policías, le ponen un abogado y la interrogan. Y le interrogan como tienen que hacerlo, de manera fuerte, como en las películas, buscando una confesión.
Por circunstancias que no vienen al caso y que no seré yo quién desvele, para no dar pistas a los delincuentes, a la policía no la habían engañado como a mi, intuían que no había sido un atraco sino un hurto. Y tras más de tres horas en comisaría la policía sacó la verdad.
El incidente se había producido, pero no había sido como se denuncio. No había sido un atraco, había sido un hurto. Con la firma de esta nueva declaración, con toda la verdad y nada más que la verdad, la policía obliga a advertir a la aseguradora que no tiene que cobrar por este "siniestro". La policía ha abierto diligencias por mentir en la primera denuncia y ya saldrá el juicio...
Ahora, además, la compañía, como ya había pagado parte del siniestro, se ha consumado el fraude y le podrían denunciar por este hecho.
En definitiva de un desdichado incidente, un hurto, por tratar de "sacar" algo del seguro, se convierte en acudir como imputado a dos juicios, posiblemente con consecuencias terribles.
Aviso a navegantes: dice el refranero popular "Cuando veas las barbas de tu vecino cortar..."
Un buen cliente, con un nivel socio-cultural más que aceptable, se presenta en mi despacho con una denuncia por un atraco en la calle. Una cantidad importante, no lo que llevamos normalmente en la cartera. En principio yo, que tengo la creencia que la mitad de los siniestros declarados por atraco en la calle en falsos, le pregunto por como va el negocio, y no por cortesía sino para hacerme una composición de lugar en cuanto a la situación en la que se ha producido el atraco. Pero el cliente tenía la lección bien aprendida y consiguió que me creyera que el atraco se había producido y eso que presumo de un sexto sentido después de más de 15 años escuchando historias...
Por supuesto que mi impresión sobre el siniestro, en principio, es solo para mi, para conocer mejor a mis clientes y saber de que pie cojea cada uno y con cuales de ellos, los que intentan engañarnos, no merece la pena prestarles demasiada atención, aunque la compañía no tiene más remedio que indemnizar.
El siniestro se tramita, en una semana el cliente había cobrado por transferencia parte del siniestro.
Una semana después el cliente vuelve a la oficina en esta ocasión para decir que no quiere recibir ninguna indemnización del seguro y que devolvería inmediatamente lo cobrado.
¿Por qué? Resulta que la Policía Nacional de su ciudad, le había llamado a declarar sobre el incidente, la meten en una sala dos policías, le ponen un abogado y la interrogan. Y le interrogan como tienen que hacerlo, de manera fuerte, como en las películas, buscando una confesión.
Por circunstancias que no vienen al caso y que no seré yo quién desvele, para no dar pistas a los delincuentes, a la policía no la habían engañado como a mi, intuían que no había sido un atraco sino un hurto. Y tras más de tres horas en comisaría la policía sacó la verdad.
El incidente se había producido, pero no había sido como se denuncio. No había sido un atraco, había sido un hurto. Con la firma de esta nueva declaración, con toda la verdad y nada más que la verdad, la policía obliga a advertir a la aseguradora que no tiene que cobrar por este "siniestro". La policía ha abierto diligencias por mentir en la primera denuncia y ya saldrá el juicio...
Ahora, además, la compañía, como ya había pagado parte del siniestro, se ha consumado el fraude y le podrían denunciar por este hecho.
En definitiva de un desdichado incidente, un hurto, por tratar de "sacar" algo del seguro, se convierte en acudir como imputado a dos juicios, posiblemente con consecuencias terribles.
Aviso a navegantes: dice el refranero popular "Cuando veas las barbas de tu vecino cortar..."
Pero por qué la poli sospecha, porque le interrogan, me parece todo muy peliculero no?
ResponderEliminarA veces la realidad supera la ficción.
ResponderEliminarNo me parece correcto desvelar los indicios que tenía la policía para pensar que existía un fraude.
Y le interrogan acusado de poner una denuncia falsa, de hecho declaró asistido de letrado...