La semana pasada me quejaba de la cantidad de "profesionales" que se han quedado estancados en sus conocimientos o los que nunca los han tenido y por ahí andan aún...
Prometí dar mi opinión sobre el fondo del problema, y por mucho que medite el problema parte porque a las aseguradoras les da igual que la póliza esté bien hecha. Les da igual porque si la póliza está a medias ellas pagan a medias, que es lo que les corresponde, quién pierde es el consumidor.
La ley está hecha pensando en consumidor y compañía como partes de un contrato y "partes iguales" con el mismo peso, los "mismos" derechos y obligaciones. Se entiende que ambas partes saben lo que hacen y por lo tanto si la póliza está mal hecha es porque el consumidor se ha equivocado o ha intentado cometer un fraude. Pero se nos olvida que puede haber sido mal asesorado.
En el caso de un mal asesoramiento, difícil de demostrar para el consumidor, al final quién vuelve a perder el el asegurado. Si la Ley de Contrato hubiera sido redactada beneficiando en todo caso al consumidor las compañías se encargarían muy mucho de que quién mediara en la contratación de una póliza hiciera el asesoramiento oportuno.
Se me ocurre que de esta manera se solucionarían casi todos los problemas del consumidor de seguros y la mayoría de los que afectan al sector. La mayoría de consumidores estarían a gusto con sus seguros, los comprarían con mejor humor. Todos los agentes de seguros conocerían los productos, las leyes, la jurisprudencia, no haría falta obligar a las compañías a impartir formación, lo harían motu propio. La banca vendería los seguros con criterio... Un mundo cuasi perfecto.
Se que es absolutamente inviable, que de ninguna forma podrá avanzarse hacia este planteamiento. Pero que bonito sería...
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