La semana pasada leía este titular "El síndrome del cuñao", en el blog de niusleter.com, periodistas embarcados en el 2.0, y pensé instintivamente en las cenas de navidad, y esas tertulias de cuñados tan amenas. Pero no, el bueno de Luis Luna, se refería al intrusismo.
Es muy curioso como determinadas labores se dejan en manos de personal poco cualificado, del cuñado de turno. En el artículo alertaban sobre dejar la imagen de una empresa en manos de cualquier familiar, por el hecho de serlo. Es un auténtico síndrome y debe ser contagioso, porque está generalizado, ahora ha infectado en marketing on line, pero el sector seguros lo llevamos padeciendo decenas de años, y parece crónico. Lo curioso de esta enfermedad es que el virus (faltadeinformacionbacilus) vive en el cuñao de turno, alertagado y sin perjudicarle, con el único efecto del típico "envalentonamiento del cuñao", ese: "eso esta chupao", "yo te lo hago mejor en un pispas", "lo mío es lo mejor". Frases que enganchan al ingenuo de turno que es quién sufrirá las consecuencias, primero euforia: "Que chollo tengo con mi cuñado", después duda "sabrá lo que hace?", con el tiempo hartazgo "esto no está como yo quería" y suele terminar tiempo después con un problema y pérdida económica, y para rematar discusión con la familia... Si estas en alguna de estas fases acude antes de que sea tarde a un profesional que te enseñe la vacuna.
La cura de este síndrome parte del hecho de querer curarse. Dar el primer paso es reconocer la enfermedad y acudir a un profesional, que te inyecte la vacuna del asesoramiento con información y si no ha habido daños la cosa se solventa con un "menos mal".
En el sector seguros el síndrome a veces es propiciado por las aseguradoras y su necesidad de crear redes de venta, que ponen muy sencillo acceder a la profesión, les vale cualquiera, les facilitan mucho cumplir con los requisitos de formación y la inscripción en el registro de la DGSFP. Alguien que fichado por una aseguradora en pocas semanas puede estar contagiando cuñaos con toda la buena intención del mundo. La formación es imprescindible, de hecho obligatoria, pero debemos preguntarnos si cumple los objetivos.
Ah! recuerdos a mis cuñados...
VIA| Niusleter.com
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