Seguro que cuando has leído el títuto, has asociado "pícaro" a cierta habilidad, inteligencia, o astucia... o con niños traviesos...
Nuestra cultura nos ha acostumbrado a ver al pícaro como inteligente y simpático. Si nos remontamos al siglo XVI la novela picaresca, todo el mundo se sitúa en el estilo nombrando "El Lazarillo de Tormes", el personaje del pícaro es el contrapunto al heroe, es un personaje de los bajos fondos, y su conducta es representado por el engaño y la trampa. Con ingenio, pero mentira, engaño y trampa.
Aquel estilo de novela picaresca tenía un fin ejemplarizante, el pícaro era el ejemplo de la mala conducta que generalmente era castigada. Pero estamos en la España del siglo XXI... y hoy a todos se nos ha perdido la parte de malicia que tiene el personaje y la picardía nos hace gracia.
Hace un par de días he leído en un blog un artículo desalentador, que nos dice que tipo de sociedad somos. El blog está montado por una plataforma de Agentes y corredores de Seguros de Lorca para ofrecer información en estos momentos tan complicados, y que información de calidad es muy valiosa. Hace unos días en el post "Consejos útiles para sobrevivir a una peritación del Consorcio" advertían de la falta de solidaridad de muchos de los afectados que están hinchando las reclamaciones, entorpeciendo con ello la labor de los peritos y perjudicando al resto de afectados.
Creo que sobra con decir que en ningún otro pueblo de España tiene tanta figurita de Lladró por metro cuadrado como se reclama. Lástima que no acabe el cuento de manera ejemplarizante para estos pícaros.
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