He sido espectador involuntario en una sucursal bancaria del nivel de preparación de los superbancarios. De preparación comercial.
Estaba el superbancario atendiendo a una ciudadana inmigrante de papeleo con su cuenta, corriente mientas yo esperaba mi turno olisqueando por el tenderete entre los artículos en venta de la sucursal, que si una cacerola, una cafetera, un coche... Pero he desarrollado un oído selectivo, y cuando escucho algo de seguros se me ponen las orejas de punta.
La cliente del banco se queja: "Mi marido pidió un seguro de vida y se lo habéis denegado". Y presto atención porque me extraña esos escrúpulos bancarios a la hora de aceptar riesgos. El superbancario se defiende "Pero tu marido tiene la invalidez ¿no? claro...".
En ese momento la conversación podría ir por cualquier sitio, pero el hábil superasesor curtido en mil batallas da un vuelco al problema hacía una posible venta: "Pero también tenemos un seguro de accidentes que es casi un seguro de vida". Su interlocutor se relaja y atiende esperando la explicación que no tarda.
Ese fue un buen momento para explicar las "pequeñas" diferencias entre un seguro de vida y uno de accidentes, pero el superbancario haría cuentas para si: "Si consigo este ya solo me quedan dos para el objetivo...", así que la explicación fue: "No necesita declaración de salud y sale muy bien de precio, por unos 10€ al mes".
Así todo el mundo contento, el inmigrante con su casi seguro de vida, y el superbancario a punto del objetivo.
¡Y yo aguante calladito el espectáculo y sin medicación!
Estaba el superbancario atendiendo a una ciudadana inmigrante de papeleo con su cuenta, corriente mientas yo esperaba mi turno olisqueando por el tenderete entre los artículos en venta de la sucursal, que si una cacerola, una cafetera, un coche... Pero he desarrollado un oído selectivo, y cuando escucho algo de seguros se me ponen las orejas de punta.
La cliente del banco se queja: "Mi marido pidió un seguro de vida y se lo habéis denegado". Y presto atención porque me extraña esos escrúpulos bancarios a la hora de aceptar riesgos. El superbancario se defiende "Pero tu marido tiene la invalidez ¿no? claro...".
En ese momento la conversación podría ir por cualquier sitio, pero el hábil superasesor curtido en mil batallas da un vuelco al problema hacía una posible venta: "Pero también tenemos un seguro de accidentes que es casi un seguro de vida". Su interlocutor se relaja y atiende esperando la explicación que no tarda.
Ese fue un buen momento para explicar las "pequeñas" diferencias entre un seguro de vida y uno de accidentes, pero el superbancario haría cuentas para si: "Si consigo este ya solo me quedan dos para el objetivo...", así que la explicación fue: "No necesita declaración de salud y sale muy bien de precio, por unos 10€ al mes".
Así todo el mundo contento, el inmigrante con su casi seguro de vida, y el superbancario a punto del objetivo.
¡Y yo aguante calladito el espectáculo y sin medicación!
Jajajaja, muy buena historieta!!!
ResponderEliminarUn saludo
Angel,
ResponderEliminarMuy bueno, yo tengo una anecdota en primera persona a la inversa, y no fue un superbancario.
Pedi una cotización para seguro de accidentes colectivos para 4 personas y se me descolgaron con uno mejorado de 9.000 € que era uno de accidentes mejorado. XD
Saludos,
Sergio